Tutto ciò che è bello è utile

Durante la primera mitad del siglo XX, la arquitectura funcionalista, apoyada en las nuevas técnicas y la estandarización, dio respuesta al problema de la vivienda y a las necesidades de la civilización industrial. A mediados de siglo, la influencia del funcionalismo comienza a decaer, siendo objeto de una profunda revisión crítica. La nueva generación de jóvenes arquitectos  comienza a mirar con cierto escepticismo el lema funcionalista “todo lo que es útil es bello” y reclama que entre las funciones útiles haya también comunicación poética y arte.

Ignazio Gardella [1905-1999], brillantísimo arquitecto italiano que vivió ambas épocas, propuso la transformación del eslogan a “todo lo que es bello es útil”, pues, para él, la categoría de la belleza contiene en sí misma a la de la utilidad. Citando a Platón, Gardella explica que “incluso los ojos feos pueden ser útiles para ver” pero que, sin embargo, “es en los más bellos, en aquellos ojos de claridad penetrante, dónde se atisba el reflejo profundo y misterioso del pensamiento que encierran”. Como sucede en las arquitecturas más bellas, las arquitecturas auténticas permiten ver el reflejo de un mundo más vasto que el limitado y árido mundo utilitarista.

“Proprio come in un’architettura bella, in un’architettura autentica si coglie il riflesso di un mondo più vasto del limitato e arido mondo utilitaristico”.

[Nota: Traducciones libres del autor]

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